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Yo era feliz. El amor me tenía en las nubes, y tenía miedo de que me bajaran de un hondazo.

A mis tiernos 16 años, mi cara, mi cuerpo era el mismo que ahora. Sin embargo, mi alma todavía era de niña. Todavía no había vivido, todavía era la nena que iba con el pelo atado al tradicional colegio religioso.

Lucas, sin embargo, era todo un hombre. Ya tenía hecha mas de la mitad de la carrera que amaba, tenía mucha noche y anecdotas encima, había vivido 8 años más que yo.


Por más de que el amor nos inundaba, la diferencia era abismal por momentos. Por momentos, yo planteaba cosas típicas de mi edad, y a él le molestaba en lo mas profundo del alma. En otros momentos, él necesitaba una mujer al lado y encontraba una nena.

Sin embargo, había un solo sentimiento dentro de mi que hacía peligrar nuestra relación. Y que otro sentimiento podria ser? LOS CELOS
Lucas nunca había sido exactamente un galán. Sin embargo, mujeres no era lo que precisamente le faltaban. En todo momento, por una razon o por otra, me enteraba de mujeres que morían por él. Y a esa edad, yo no era exactamente la reina de la confianza.

Me acuerdo muy bien de ese día. Era un sábado, él había tocado el viernes. Estabamos en una pizzeria y el se levantó unos pocos minutos de la mesa. Agarré su celular. 1 mensaje recibido...

"Hola, soy Guada, te acordas de mi? ayer me pasaste el celular en el bar. Si podes llamame, y nos vemos hoy a la tarde. Por favos no dejes que esta historia se termine asi, sin empezarla. Besos, sabes que te espero"